domingo, 19 de mayo de 2013

Hágase tu voluntad con y sin clichés de por medio



Ver en dónde está el poder es algo difícil. Materia de sociólogos. Cuestión de actitud también. Veámoslo de un modo sencillo: el poder hacer algo, es mi posibilidad. ¿Qué puedo hacer yo? Mi inejerencia, hacer mi voluntad eso es poder, la capacidad de fuerza. La capacidad de una fuerzar para intervenir en un sistema cualquiera sea este, si sabe algo de física piense en los vectores.

Mientras más pelagato sea, más me doy cuenta de lo reducido que es mi injerencia de poder… o más bien, creo en que no tengo poder. No se me desvíe, no piense en el cliché. Usted tiene un poder adquisitivo reducido, prestado si se quiere. Este campo: el económico, es donde usted palpa la realidad del no poder hacer algo, esa frustración te hace sentir un poco dejadito de la repartija del poder, y era que no. Difícilmente podrían todos acceder a tener su buena casa, con su buena familia, su buen auto e hijos e hijas con los dientes parejitos, gracias al tratamiento de ortodoncia.

Cuando lo vemos en otro campo, el político. Ahí usted cree tener algo de poder al votar, y también cree que no tiene más poder por cuanto no puede tener desiciones y hacer cumplir su voluntad más allá. Onda no puedo hacer que cambien tal o cual cosa. Ojo no se me desvíe al cliché. Uno cree que puede interferir en el plano regulador de su comuna o no puede optar a capturar la atención de los medios. Bueno pues, se ha demostrado últimamente que sí se puede. Con un poder de hecho, uno que sobrepasa la institucionalidad, o mejor dicho la presiona desde fuera, de forma paralela una posibilidad de facto.

Lo diré con un ejemplo concreto y cliché, la empresa Agrosúper de Freirina se tuvo que ir después de la tremenda presión de las asambleas activas de Freirina. “Ah pero no era la comunidad completa”, dicen los detractores del movimiento –otro cliché-. Más allá de esa acusación de falta de legitimidad , hay un hecho evidente que se pasa por alto, el que la cosa “se hizo”, onda “la hicieron”.

Cuando digo se hizo, es un sentido específico, se pensó y se hizo. Tan sencillo como ejecutar una acción, la posibilidad de ejecutar tu voluntad, por medios que evaden las trabas puestas para ello. Las trabas que no te dejan hacer lo que se estima correcto, que hacen que no “puedas”, es decir que no te dejan “poder hacer”, que quitan el “poder”.

Ese poder vivo, que surge de la voluntad de hacer y que se hace político por cuanto interviente de manera real en las relaciones de fuerzas dentro de grupos sociales, en este caso Chile, Atacama, Freirina... ese poder vivo, está latente está actuando, incipiente aún, pero vivo. Atomizado, pero circula, como resistencia de las fuerzas más grandes.

Ese poder vivo que anda allí webiando a los poderosos, que tienen más poder, porque tienen más injerencia en campos múltiples de la sociedad y la condición humana, ese grupo que tiene enormes posibiliades fácticas de hacer presión con sus regimientos llamados CPC, camioneros, discurso mediático, asociaciones de banqueros y todo el desfile largo de regimientos de poder fáctico... ese poder vivo fluye. Pero es inestable. No posee una conexión, un eje centralizado. No está institucionalizado, no lo digo en un sentido de derecho positivo. Lo digo en un sentido práctico, de hecho, de facto.

Eso al mismo tiempo lo hace difícil de combatir para los regimientos de poderes fácticos que se forman en base a la defensa del status quo, expresado en el gran acuerdo republicano. Ese poder vivo, de ir e intervenir donde sea necesario, esa posibilidad cierta y real de que se genere resistencia donde sea que se ejerza poder, donde alguien acapare las relaciones de fuerza. Es una guerrilla -sáquese el cliché sesentero- de manifestaciones de rebelión, que aparece y desaparece, con inestabilidad focalizada, demandas distintas que confunden al poder central (de institución y ejes de poder macrosocial).

Son fotones de disidencia, que te desmoronan el sistema subatómico completo. Cuando hay 100 alumnos diciendo “ay queremos volver a clases” y son solo 30 los que mantienen la toma, pero los 100 son incapaces de hacer nada por volver, es por algo ¿no? Los 30 tienen la consciencia del poder que se ejerce con acciones, con voluntad no de hacer el poder, sino de cambiar los balances de fuerza. Ojo que no es una forma de validar las vanguardias, ni los grupos iluminados. Al contrario, es valorar la sencillez de tener esa voluntad, del hacer como chispero del incendio colectivo.

Creo que un buen ejemplo de ello es Atacama. En Totoral, luego de que MPX se empezó a dar vuelta a los pescadores y pobladores, con un método similar a cuando el estado chileno empezó a comprar los terrenos a los mapuche en la pacificación de la Araucanía, fue un grupo pequeño pero convencido y voluntarioso frenó un proyecto que era nefasto. Ahora las comunidades diaguitas de Alto del Carmen tienen parados dos mega proyectos mineros canadienses. Claro ambos casos son por vía judicial, pero vuelvo al punto: el hacer cosas para imponer la voluntad, es un poder fáctico.

En tal caso, grupos de personas buscaron las vías (institucionales) judiciales de cómo parar el asunto en el marco establecido por los mismos grupos a quienes no quieren hacer ganar, esos regimientos fácticos de empresarios, en este caso globales (MPX, Barrick y Golden Corp). Es una cosa de contextos claro, pero no quiero que suene a eso del “cambiar el sistema desde adentro”, para nada. Sino solo reflexionar que se puede ejercer un “contrapoder” vivo, entendiendo que en la voluntad de injerir en el orden de fuerzas, está la clave. Tener consciencia de la cuestión, de la tensión de fuerzas. Ahora piense de qué manera puede hacer alguna cosita. A ver si entre tanta pelea chica, sale una más grande.

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