Ver
en dónde está el poder es algo difícil. Materia de sociólogos. Cuestión de
actitud también. Veámoslo de un modo sencillo: el poder hacer algo, es mi
posibilidad. ¿Qué puedo hacer yo? Mi inejerencia, hacer mi voluntad eso es
poder, la capacidad de fuerza. La capacidad de una fuerzar para intervenir en
un sistema cualquiera sea este, si sabe algo de física piense en los vectores.
Mientras
más pelagato sea, más me doy cuenta de lo reducido que es mi injerencia de
poder… o más bien, creo en que no tengo poder. No se me desvíe, no piense en el
cliché. Usted tiene un poder adquisitivo reducido, prestado si se quiere. Este
campo: el económico, es donde usted palpa la realidad del no poder hacer algo,
esa frustración te hace sentir un poco dejadito de la repartija del poder, y
era que no. Difícilmente podrían todos acceder a tener su buena casa, con su
buena familia, su buen auto e hijos e hijas con los dientes parejitos, gracias
al tratamiento de ortodoncia.
Cuando
lo vemos en otro campo, el político. Ahí usted cree tener algo de poder al
votar, y también cree que no tiene más poder por cuanto no puede tener
desiciones y hacer cumplir su voluntad más allá. Onda no puedo hacer que
cambien tal o cual cosa. Ojo no se me desvíe al cliché. Uno cree que puede
interferir en el plano regulador de su comuna o no puede optar a capturar la
atención de los medios. Bueno pues, se ha demostrado últimamente que sí se
puede. Con un poder de hecho, uno que sobrepasa la institucionalidad, o mejor
dicho la presiona desde fuera, de forma paralela una posibilidad de facto.
Lo
diré con un ejemplo concreto y cliché, la empresa Agrosúper de Freirina se tuvo
que ir después de la tremenda presión de las asambleas activas de Freirina. “Ah
pero no era la comunidad completa”, dicen los detractores del movimiento –otro cliché-. Más allá de esa acusación
de falta de legitimidad , hay un hecho evidente que se pasa por alto, el que
la cosa “se hizo”, onda “la hicieron”.
Cuando
digo se hizo, es un sentido específico, se pensó y se hizo. Tan sencillo como
ejecutar una acción, la posibilidad de ejecutar tu voluntad, por medios que
evaden las trabas puestas para ello. Las trabas que no te dejan hacer lo que se
estima correcto, que hacen que no “puedas”, es decir que no te dejan “poder
hacer”, que quitan el “poder”.
Ese
poder vivo, que surge de la voluntad de hacer y que se hace político por cuanto
interviente de manera real en las relaciones de fuerzas dentro de grupos
sociales, en este caso Chile, Atacama, Freirina... ese poder vivo, está latente
está actuando, incipiente aún, pero vivo. Atomizado, pero circula, como
resistencia de las fuerzas más grandes.
Ese
poder vivo que anda allí webiando a los poderosos, que tienen más poder, porque
tienen más injerencia en campos múltiples de la sociedad y la condición humana,
ese grupo que tiene enormes posibiliades fácticas de hacer presión con sus
regimientos llamados CPC, camioneros, discurso mediático, asociaciones de banqueros
y todo el desfile largo de regimientos de poder fáctico... ese poder vivo
fluye. Pero es inestable. No posee una conexión, un eje centralizado. No está
institucionalizado, no lo digo en un sentido de derecho positivo. Lo digo en un
sentido práctico, de hecho, de facto.
Eso
al mismo tiempo lo hace difícil de combatir para los regimientos de poderes
fácticos que se forman en base a la defensa del status quo, expresado en el
gran acuerdo republicano. Ese poder vivo, de ir e intervenir donde sea
necesario, esa posibilidad cierta y real de que se genere resistencia donde sea
que se ejerza poder, donde alguien acapare las relaciones de fuerza. Es una
guerrilla -sáquese el cliché sesentero- de manifestaciones de rebelión, que
aparece y desaparece, con inestabilidad focalizada, demandas distintas que
confunden al poder central (de institución y ejes de poder macrosocial).
Son
fotones de disidencia, que te desmoronan el sistema subatómico completo. Cuando
hay 100 alumnos diciendo “ay queremos volver a clases” y son solo 30 los que
mantienen la toma, pero los 100 son incapaces de hacer nada por volver, es por
algo ¿no? Los 30 tienen la consciencia del poder que se ejerce con acciones,
con voluntad no de hacer el poder, sino de cambiar los balances de fuerza. Ojo
que no es una forma de validar las vanguardias, ni los grupos iluminados. Al
contrario, es valorar la sencillez de tener esa voluntad, del hacer como
chispero del incendio colectivo.
Creo
que un buen ejemplo de ello es Atacama. En Totoral, luego de que MPX se empezó
a dar vuelta a los pescadores y pobladores, con un método similar a cuando el
estado chileno empezó a comprar los terrenos a los mapuche en la pacificación
de la Araucanía, fue un grupo pequeño pero convencido y voluntarioso frenó un
proyecto que era nefasto. Ahora las comunidades diaguitas de Alto del Carmen
tienen parados dos mega proyectos mineros canadienses. Claro ambos casos son
por vía judicial, pero vuelvo al punto: el hacer cosas para imponer la
voluntad, es un poder fáctico.
En
tal caso, grupos de personas buscaron las vías (institucionales) judiciales de
cómo parar el asunto en el marco establecido por los mismos grupos a quienes no
quieren hacer ganar, esos regimientos fácticos de empresarios, en este caso
globales (MPX, Barrick y Golden Corp). Es una cosa de contextos claro, pero no
quiero que suene a eso del “cambiar el sistema desde adentro”, para nada. Sino
solo reflexionar que se puede ejercer un “contrapoder” vivo, entendiendo que en
la voluntad de injerir en el orden de fuerzas, está la clave. Tener consciencia
de la cuestión, de la tensión de fuerzas. Ahora piense de qué manera puede
hacer alguna cosita. A ver si entre tanta pelea chica, sale una más grande.
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