El otro día me fumé un caño con
dos grandes amigos: Jesús y Jim Morrison. Lo fumamos en una carpa gitana en
medio del desierto del Sinaí. Lo estábamos pasando re bien, comíamos uvas y
recreábamos la vista viendo bailar la danza del vientre a unas
comadres que Jim había conocido el día anterior en una caravana venida desde
Galilea.
Entre las risas y chistes que
contaba mi amigo Jesús, se nos olvidó por completo el momento más tenso de la
jornada. Jesús se había cansado de oír tantas veces a Jim decir “¡Soy el rey
lagarto! ¡Soy el Rey Lagarto!”, y en un loco arranque le dijo que se estaba
hartando de que repitiera esa maldita frase. A Morrison se le había subido el
vino a la cabeza y no dudó en decirle que él también estaba cansado de oírlo
repetir tantas veces: “Soy el mesías, Soy el mesías”, casi se van a los puños,
pero gracias al cielo andaba con buena hierba como para reconciliarnos con una
pitiadita. Hierba que me regaló un amigo persa que es rey mago y que siempre
consigue buena mano en Mesopotamia, adoro que haga esos regalos.
Mientras tanto, las amigas de
Morrison ya estaban prendidas con el vino que Jesús trajo para la ocasión, y
sus rostros hermosos de veinte años no paraban de sonreír. En este contexto
había un detalle bastante fome: no teníamos música. Por suerte andaba con plata
en el celu, así que invité a unos amigos reggae, que se ganan
la vida tocando en las calles de Jerusalem.
Se demoraron un poco en llegar desde
la capital, ya que no había micros hasta desierto. Tuvieron que arrendar un
dromedario en un rent a car-mello. Llegaron y estaban súper motivados, cuando
notaron que estaba Jim vacilando conmigo se emocionaron caleta, y se pusieron a
tocar Light my fire en versión hindú, en ese momento las
hebreas desconocidas y bellas se levantaron al unísono, se desvistieron y nos
electrificaron con movimientos calurosos y delicados. Su piel sudaba y la
sensualidad de sus cuerpos se iluminaba con el brillo de las lámparas de mirra.
El aire transportaba sus feromonas que llenaron mis pulmones e hicieron
reventar mi corazón en deseo. En medio de la escena mis ojos inyectados en
sangre no dejaban de sonreírle a la vida y la eternidad, complaciéndose e
implosionando en lo más sublime del deseo y el placer.
La música paró, una sirena sonó
muy fuerte, era como la de los pacos. La razón: a un vecino le molestó el ruido
y nos sapeó con los romanos, quienes llegaron raudos en un retén móvil desde la
primera comisaría de Judea.
No me quedó claro cuáles eran los
vecinos que los llamaron, ya que estábamos en medio del desierto y no había
ninguna casa ni carpa en cien kilómetros a la redonda. Le pedí a Jesús que me
explicara la situación y él me respondió con una enigmática una parábola:
-El ojo del tigre es más profundo
que el del horizonte, una garra llena de sangre un vino salado. Recuerda que el
misterio de la vida, se esconde en las rayas del tigre de Bengala.
(Silencio sepulcral)
Pasó por lo menos un minuto en
que nadie dijo palabra alguna, y luego Jesús se despidió de la siguiente
manera:
-Ya loco te dejo, tengo que ir a
hacer. Además estos romanos ya me tienen fichao'. ¿Te conté que soy profeta y
anarquista? Nos vimos, cuídate. Los amo a todos.
Luego Jesús atravesó una pared de
la carpa gitana de modo inexplicable, y escuchamos
sonar algo así como un motor. Como ya no estaba Jesús, que era el más lúcido
entre los ebrios y volados del carrete y en mi calidad de dueño de casa-carpa;
me vi en la responsabilidad de hablar con los romanos. Jim empezaba a comerse
dos hebreas ebrias, mis amigos reggae comían cocadas y leían algo que Jesús había
escrito en una servilleta. Las demás israelitas que no estaban tirando con Jim
cuchicheaban algo en arameo. Los romanos estaban afuera de la carpa gritando en
latín:
-¡Se acabó el webeo! ¡En nombre
del César, salga o le sacamos un parte!
Yo no le pego mucho al latín,
pero entendí al toke lo que me dijeron, y salí a dialogar:
-Perdón señores, creo que se
equivocaron de domicilio porque acá no hay ningún carrete, esto es...¿cómo
decirlo?...algo más espiritual y suprasensitivo, algo que despierta una chispa
de divinidad en otro plano de realidad haciéndonos caer en el inconmesurable
vacío cósmico de la toma de consciencia en lo infinito ¿me entienden?
Los romanos se cagaron de la
risa, mientras con sus linternas iluminaban mis ojos rojos.
-Mire cabrito, estos
universitarios ya nos tienen las weas hinchás. Se aprovechan de sus papás que
le pagan esas carreras de técnico carpintero o ingeniería en sometimiento de
pueblos de medio oriente o antisemitismo romano y eurocéntrico, ¡Ay mi Júpiter!
¿Que irá a pasar con el futuro de Judea y de Roma entera? Estoy shato de todos
estos Jipis, Rasca faris, Pokemones, Cristianos, Gnósticos y todas esas webadas
raras que han salido ahora, y usté me sale con eso de que “no es un carrete”,
JAJjjaJJa, explíquemelo mejor, mire que no le entendí nada recién.
-Bueno señor romano, le digo lo
que es: ¡¡¡¡Es un Sueño, romano hijo de la gran puta loba y los maricas rómulo
y remo!!!! Romanamerican Dream!! Chúpenla!!!
Desperté en un calabozo, con la
cabeza hinchada.
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