viernes, 29 de marzo de 2013

El Bar de los tatas


Esa noche nos juntamos con un gran amigo a tomarnos una chela en una cantina de viejos chichas en Copiapó. Un poco chatos de una ciudad en que los locales para “estudiantes jóvenes” cobran igual que los locales de “adultos empresarios italianos industriales”. Tomamos la alternativa: un local de “viejos chichas”- Lugar amable, donde conversábamos amenamente de tópicos como las piernas gangrenadas que salen en las portadas de las cajetillas de cigarros o también cuáles son los tipos de mutaciones a las que te expones comiendo tomates transgénicos, además de mujeres que no nos pescan y música que hacen otros.

Reíamos a carcajadas… no, en realidad no, sólo estábamos conversando en buena onda, pero sin efervescencias, no somos tan alegres cuando hablamos de minas. En la barra había un montón de viejitos tomando chela Cristal, algunos jugaban dominó en las mesas y otros chupaban conversando. En la tele rectangular y moderna del local, jugaba Huachipato con Cobreloa. Un viejito se enojó y gritó “¡Mira ese conshesumare! Le pagan como 6 millones de pesos y no es capaz de agarrar una pelota. ¡Si lo tuviera trabajando en una fábrica no vale ni 40 pesos, el tonto culiao inútil!”

Iba todo bien hasta que un viejo tomó por la polera al que tiene en frente, lo levanta y lo deja caer sobre la mesa rompiendo todas las botellas y por cierto a la mesa. Todos se ponen de pié, le baja a la música el locatario , los apunta y les dice “qué weá están haciendo”,  el viejo del suelo no dijo nada y se limitó a pararse, mientras se limpiaba. El que lo tiró al piso, dijo “Oye estamos conversando no más poh”. 

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