viernes, 29 de marzo de 2013

Claves democráticas del colectivo

Texto publicado originalmente en CiudadInvisible.cl
Por cierto que hace falta discusión política en nuestro país y también debate para nutrir nuestra democracia. El que tenga alguna duda de ello merece la muerte, por antidemocrático. Y es que las bases fuertes en las que se basa nuestro sistema permiten que todos los chilenos podamos identificar a las autoridades de manera clara y prístina. A quien le cabe duda ver a los jerarcas de nuestro estado, todos con su terno negro, su camisa blanca y su corbata roja, como la roja de todos y todas. Autos fiscales que son a toda raja. Qué bien anda chile, sobre cuatro ruedas.
Tenemos la posibilidad de elegir nada menos que cinco tipos de autoridades por sufragio universal. Los concejales – alcaldes, los senadores – diputados y por último los presidentes. Esto nos coloca como uno de los países más democráticos de Latinoamérica, junto a Uruguay que ocupa el primer lugar en un estudio de la ONU que no revisé. Somos la raja.
Tenemos la posibilidad de ver pancartas con las caras de los políticos para elegir a consciencia qué tipo de modelo de desarrollo y proyecto axiológico de comunidad-nación esperamos desarrollar a futuro. Para hacerse una idea del panorama político con ideas y propuestas basta tan solo con caminar un par de cuadras entre las miles y miles de palometas publicitarias con rostros de candidatos que a veces incluso, y vaya qué bueno que así sea, sirven de improvisadas viviendas a los vagabundos. La democracia les llega a todos en la forma menos esperadas, qué simpática realidad.
Y dentro de nuestro sistema democrático chileno, de congreso bicameral, que no es proporcional-populista, sino que binominal-viable, mantiene dos coaliciones que actúan como dos grandes partidos políticos. Uno de derecha-derecha y otro que junta a la centro derecha con el centro, es decir una centro derecha que está en el izquierdismo de la centro derecha. Queda claro cuáles son las tendencias, y de ello hace eco la ciudadanía empoderada, que vota a sabiendas de que un socialista actuará por el pueblo y no por los empresarios, por ejemplo. Siempre bien informada y que vota a consciencia individual sobre el colectivo. Porque somos un país democrático individual.
Y es en este escenario electoral que se viene para el 2013 donde debemos preguntarnos sobre lo colectivo. Este año electoral donde tenemos a una ex presidenta (representante del bloque de centro derecha con el centro, es decir una centro derecha que está en el izquierdismo de la centro derecha) que nos invita a pensar en clave de paridad de género y génera, a todos y todas / nosotros y nosotras, en donde probablemente se enfrente al candidato de derecha que nos mantendrá hablando de nosotros los emprendedores y emprendedoras, a los que no les basta con tener una idea, sino que quieren concretarla.
El ágora, ese espacio donde los fabulosos griegos discutían sobre la política (es decir el ordenamiento de la ciudad para su óptimo funcionamiento), eran plazas grandes afuera de los templos, ahí ejercían una democracia directa, que por gran cantidad de sabidos en la materia, era mucho mejor que la nuestra porque era a viva voz y por cierto mantenía fuera de ella a las mujeres, los esclavos, los afuerinos y los menores de edad, además de los que no tenían dinero para poder ser considerados ciudadanos. Quizás por todo ello, funcionaba mejor. No había lucha de clases, ni ninguna de esas ideas retrógradas que aparecieron en el siglo XX. Es mejor quedarse con el progresismo griego.
Bueno, pero a lo que iba con toda esta columna y el título de la misma -sobre todo con el título- era que el colectivo se articula como un lugar e instantes, adecuados para hablar de política. Quizás sea la oportunidad ideal para debatir acerca de todas las enormes pifias de nuestro injusto sistema económico que no apunta a la redistribución de ganancias, tiempo de cuestionarnos sobre el modelo de crecimiento desbordado que es inviable con el ecosistema y por último es una invitación (siempre invitan y nunca obliga la democracia -ojo con eso-) a preguntarnos por la legitimidad de las autoridades que elegimos por ejemplo los diputados y senadores y el jueguito del binomal. Es porque que el colectivo (el viaje en colectivo), es un momento y un lugar, donde podemos hablar con nuestros conciudadanos.
Ahí estamos en igualdad de condiciones, todos pagamos el mismo pasaje y estamos una proximidad que induce el diálogo. Ojalá reflexionen en esto, y ojalá vayan y voten por uno de los dos bloques que dan estabilidad al país. Es súper simple diferenciarlos, uno es el de derecha-derecha y otro que junta a la centro derecha con el centro, es decir una centro derecha que está en el izquierdismo de la centro derecha. Mire qué sencillez.

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