Existimos en muchas dimensiones. ¿Esoterismo? ¿Misticismo? ¿Planos astrales? No necesariamente amiguitos y amiguitas. Me refiero a que en la vida son muchas las dimensiones en las que nos toca actuar, ya sea en la familiar, la social, la política, la sexual, la educativa, la sexual, la mística, la sexual o la dimensión sexy sexual.
En cualquiera de estas procuramos actuar deliberativamente de acuerdo a nuestros principios, experiencias de vida y convicciones. Estamos en presencia de un fenómeno humano llamado “libertad”.
Ser “humanos” es un ejercicio de constante libertad y búsqueda de ella, sin que podamos tener claras certezas de cuando somos realmente libres. Sin embargo, creo que podemos percibir cuando en alguna de esas dimensiones nos roban los pedacitos de esa ilusión humana que llamamos Libertad. FREEEDOOOM! Como diría Zack de la Rocha.
Y es que cuando nos hablan de que esta es una democracia y una república, debería ponerse en el centro de la reflexión el permitirnos ser libres y funcionar a escala humana. PERO MENTIRA. Eso es un ideal que lejos de ser tangible se nos aleja cada vez más. Y es ahí donde apunto directamente a la clase dominante de Chile
De partida vivimos en una democracia restringida, o “protegida” como le gusta decir a los ideólogos del brazo político del conservadurismo chileno (UDI-RN). Es decir vivimos en un sistema político diseñado para mantenerse, ojalá, lo más intacto posible. Para ello pone las reglas en un libro redactado por los señores que mantenían en pié la red de ideas e intereses que movían a la dictadura de Pinochet, este libro nos rige a todos y todas y se llama Constitución.
En ella se ponen las normas de un país que se rige por lo que un grupito decidió y que se encausa por un río de ideas llamado Neoliberalismo (me gusta decirle NOLIBERALISMO), el cual pone en primer lugar el modelo de desarrollo económico: con pocas reglas del estado, para que la libre empresa se ponga funcionar como una gran maquinaria que echa humos de “progreso” gracias --> al motor del consumo que se mantiene en pié con el endeudamiento (Crédito) y la prestación de capitales por parte de todos nosotros a las grandes empresas (Las AFP les dan los créditos a las mega empresas que luego nos dan mini créditos a nosotros).
Haré un alto para denotar un círculo virtuoso de nuestro sistema de desarrollo. Los cotizantes les prestamos dinero a las AFP, las AFP les prestan dinero a supermercados o grandes tiendas (entre otras inversiones) y luego éstos últimos nos prestan dinero a nosotros y nos vuelan la raja con sus intereses.
Esta es la dimensión que la derecha y el conservadurismo quieren potenciar. Una en donde nos vemos reducidos a ser clientes y NO CIUDADANOS. Justo ahí es donde cae la Ley Hinzpeter de perillas.
En una democracia deben estar dados los espacios para que exista el ejercicio deliberativo de oponerse a un fenómeno social o medida puntual que afecte a su conjunto. En este caso si vemos que la educación es como el pico, que chile es el quinto país en crecimiento económico pero que al mismo tiempo que está en el lugar número 1 de desigualdad en la OCDE, si vemos que en los índices de desarrollo complejo –es decir incorporando variables como la investigación tecnológica o cuidado del medio ambiente- invertimos tan poco dinero que da la impresión de que somos un país empobrecido por una guerra nuclear… entonces ¿deberíamos tener la posibilidad de salir a reclamar, no?
Pero justamente el gobierno ve lo opuesto. Para ellos antes que la libertad está el orden. Por eso nos presenta la Ley Hinzpeter: para amputar nuestra dimensión de seres públicos que llamamos ciudadanía, esa de hacernos parte de la política a la mala cuando las cosas justamente andan mal. Restringen el espacio de lo público al mínimo. Por eso son capaces de decir públicamente aberraciones como “la educación es un bien de consumo”, siendo que es un derecho fundamental. Te cambian derechos por compra-venta.
De ahí la fractura inmensa entre la ciudadanía –a la cual llaman gente- y la política. Si la gente sale a la calles es porque la representatividad en el estado es tan “representativa” como lo es Von Baer de la mujer chilena y Pablo Zalaquett del roto chileno.
La ley Hinzpeter deja en evidencia que no hay voluntad de corregir lo que está mal, sino que tan solo se busca tapar el descontento con un manto de gas lacrimógeno jurídico y dejarnos aún más amputados en nuestra dimensión de ciudadanos. Quieren matar a los que hacen política (que quieren cambiar la sociedad) y reconvertirlos en meros zombies consumidores que se comen los cerebros de los que quieren hacer cambios y defender cosas como la “justicia” o la “libertad”.
Por eso creo que hay que defender nuestro espacio público, así como defendamos nuestro espacio privado. A defender las calles y plazas como lugar donde manifestar nuestro descontento (chao Ley Hinzpeter), a defender el derecho de llevar por nuestras venas THC a nuestro cerebro (Venga legalización del consumo personal) y no dejar que el útero de las chilenas sea manoseado por diputados conservadores (aborto legal).
Podemos entender que el estado de derecho no es más que una quimera que sirve para conservar el poder en sí mismo, la democracia liberal vive de eso. De que se deposite "confianza" en un sistema legal "que funciona", es como el sistema bancario que "funciona" siempre que haya "confianza" en él. Si todos sacan la plata del banco al mismo tiempo queda en evidencia de que no está toda. Si todos queremos buscar justicia en el estado de derecho, nos damos cuenta que no hay para todos. Cuando en Argentina la gente trató de sacar sus ahorros el gobierno hizo el corralito (restringió el dinero que se podía sacar), tal parece que ahora que se busca justicia en Chile el gobierno hace un corralito político-policial-judicial.
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