-Rape me-
-Cual era tu nombre? Por último pa saber.
-Da lo mismo. Total muertos de borrachos y con hierba en los
pulmones nos habíamos anulado, estábamos con la consciencia vacía y el alma
llena, no nos movía otra cosa sino el mero hecho de movernos, un impulso
trascendental empujando el vector indeterminadamente en el vacío racional de un
universo hecho de instintos.
La respiración agitada habló sola. Coptó cualquier atisbo de ideas articuladas con artificios idiomáticos y esas mierdas. Las aniquiló para liberar el terreno en oleadas de sí misma.
La respiración agitada habló sola. Coptó cualquier atisbo de ideas articuladas con artificios idiomáticos y esas mierdas. Las aniquiló para liberar el terreno en oleadas de sí misma.
Te apreté, me apretaste. Te vestí con la noche y tiré tu ropa al aire. Me golpeaste y te mordí. La paradoja nos gustó. Todo y nada, qué rico. Enajenados del adentro y del afuera. Nos despojamos de nuestros carceleros racionales, y nos desbordamos en sudor y carne. Porque nos atropellamos en un sinfín de inconsciencias, queríamos volver a lo primigenio.
Volvimos idos y jadeantes. Las paredes de arena que nos separaban del entorno están ahora mismo desmoronándose para atraparnos de nuevo en un castillo ideas húmedas que nos quitan el espacio, ahora nos encontramos a nosotros mismos con los nosotros otros. Cuando el calor funde las ideas en el magma sin sentido de la carne liberada, volvemos a preguntarnos qué éramos cuando no sabíamos si éramos uno, dos, todos o ninguno... si es que acaso nos convertimos en el eco eterno de una idea sin pronunciar como cuando no existíamos...
-Bueno yo sólo quería saber tú nombre, pero ya que estás en
esa te cuento que le eché cicuta al preservativo que te di para que usaras. Ah y por cierto me llamo Trinidad.
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