Un viejo volvía de la mina, con los bolsillos llenos de plata después de que le pagaron en la pega.
"Qué ganas de irte a zampar unas maracas, quedar cloto chupando con los amigotes y hacerse cagar con el zuculento sueldo… total si se queda corto de plata pal más, te queda el suple de salvavidas... ¿o no?".
Copiapó a veces reclama por el agua, nota que hay un problema grande allí. Nos cagaron rico las mineras…la DGA nos hizo mierda con una otorgación de derechos de agua alejada de la realidad, errónea…posible solamente en la utopía del neoliberalismo.
El neoliberalismo: Aquel lugar utópico diseñado para saciar todas nuestras necesidades, las que por cierto nunca dejan de aparecer y nunca dejan de saciarse…persécula seculorum… En términos concretos, es la forma organizativa de los recursos disponibles para ser aprovechados al máximo, con un mínimo de recursos y ofreciendo beneficios a un mínimo de personas en desmedro de un máximo de gente. No obstante ello… es el tesoro al que aspiran los países en desarrollo como el nuestro…Ser desarrollados como los europeos, como los gringos… esa gente “blanquita” y “educadita”.
Y Copiapó está en ese centro. Copiapó Implosiona en el vórtice de la vorágine económica de Chile. Se llena de ilusión atesorando su gran riqueza, brillante, esplendorosa. Atacama entera sigue el reflejo de un tesoro incógnito que vomita la tierra. Víctima de su fortuna.
El Alicanto del progreso ha enceguecido a la ciudad. Como si fuera un minero perdido en la pampa que se encuentra al mítico pájaro que come mineral, siguiéndolo y cayendo en su trampa fatal de falsa riqueza y perdición perpetúa.
Copiapó hipoteca su futuro, y no hace falta ir a rezar al cerro la cruz para salvarse… tal parece ser que la única salvación es meterte a trabajar en una minera y ganar un palo y medio, así te aseguras cumplir con los axiomas del desarrollo:
Tener tu buena casa, tu buena señora, tu buen auto… ojalá todos tus hijos con los dientes arregladitos y comprobar si es que le estás ganando al de al lado con lo del plasma, los viajes y las tertulias eternas en los cahuines.
Sólo así te salvarás, metiéndote en la utopía del tesoro del “desarrollo económico” y olvidándote de la realidad. Total con los bolsillos llenos, puedes comprar agua en el supermecado.
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