La primera vez que me cayó una lacrimógena cerca fue inevitable recordar a Alex, el de La Naranja Mecánica haciendo esas arcadas con una indescriptible sensación de agonía…me sentí como el socio, o sea: reprimido. “No te salgas del margen, psicópata de mierda”, ese el grito que en el libro y en la película le daba el estado al joven Álex. Un grito de autoridad. Quizás bajo esta premisa actúa la lógica del gobierno en el conflicto aisenino, el cual nos pone en un lindo momento frente al caos, como dicen los Fiskales.
Aysén, una región joven.
Aysén, quizás una de las zonas más jóvenes en cuanto a población criolla en nuestro país. Una de esas zonas declaradas fronteras internas por el ejército. ¿Se han preguntado alguna vez, por qué la carretera austral es construida por militares y no por una de esas típicas empresas que se adjudican concesiones? La razón: la “tesis de las fronteras internas”, que el estado de Chile aplica para los lugares no conectados del interior de nuestro país. Es decir hay una razón estratégica para ocupar la zona. Una eventual “guerra por la salida al pacífico” que siempre ha pretendido el estado argentino, dicen ellos.
El sur ha sido la frontera a conquistar. Ojo con esta palabra, conquistar tiene un sentido de posesión por la fuerza. ¿Cuáles son los territorios ocupados por Chile? Antofa, Tarapacá, Iquique, La Araucanía, Isla de Pascua, Patagonía y… sí, Aysén.
En distintos tiempos históricos y bajo distintas formas el estado chileno se ha consolidado a través de las armas. Recordemos dos hitos: La guerra expansionista en el norte, que configuró un tesoro para los ingleses y alemanes que se peinaban los bigotes con nuestro salitre y nuestra mano de obra semi-esclavizada.
El otro hito es la “pacificación de la Araucanía”, que no constituye otra cosa sino un eufemismo para esconder el genocidio más brutal efectuado por el ejército chileno. En ambos casos, la adquisición de territorios no hizo pensar en ningún momento a las autoridades del dominante centro del país a implementar políticas acordes a la realidad cultural de los lugares incorporados al territorio del joven estado chileno. Sino que sólo se trasladaron e impusieron por fuerza prácticas organizativas y prácticas culturales en general a esos sitios.
The chilean way
Luego de la guerra del pacífico, el estado chileno mandó a cambiar a todos los curas de las iglesias en territorios conquistados. Acercarse a Dios no pasaría por un acento del ex virreinato, ahora sería una entonación y mirada chilenas.
Quienes han visto el documental Wellmapu, notarán que algo no anda bien con nuestra configuración e nación cuando vieron a una pequeña niña mapuche hablando de Arturo Pratt y luego canta el himno nacional en Mapudungún.
Es el estado unitario centralizado, que no permite vivir a las distintas realidades de los distintos Chiles que confluyen bajo un mismo contrato social que nos obliga en cierto sentido a ser chilenos/as y donde sujetos cómodamente sentados en sus sillones de la capital dictan directrices de lo que pasa más allá del trópico de capricornio en el norte, y más allá de la selva austral por el sur.
¿Cómo se le puede exigir a la gente de Aysén que no se enoje con la realidad que viven siendo Santiago concentra los principales polos de desarrollo, cuando da la impresión (por el discurso construido por los medios) de que Chile parte en la serena y termina en Concepción?
Los Chile’s
Que se vayan a la mierda, Santiago no es Chile. Y Chile no es uno solo, hay varios Chiles dentro del mismo. Y que se vaya a la mierda el chascón Villegas, cuando ataca la causa mapuche y la de los territorios coloniales del estado Chileno, defendiendo una unificación decimonónica (del pensamiento del siglo antepasado) de un estado construido por la clase dominante que hasta el día de hoy nos rige. Me refiero a esa élite de siempre, las familias vascas que llegaron a dominar Chile en el siglo XVIII, y que siguen apernadas en sus haciendas administrando los territorios que se echaron al bolsillo.
Aysén es un grito de rabia, de descontento acumulado en sedimientos acumulados de disconformidad y necesidad de mayor justicia. Basta de crear realidades monofocales (de un punto de vista), la gente del norte está ni ahí con bailar cueca. Que se deje de negar el Chile Quechua, la morenidad de nuestro país, que se dejen de negar los genocidios de la conquista Chilena (ni siquiera española) en nuestros manuales de historia.
El viejo nuevo Chile
Necesitamos refundar nuestro país, no como identidad cultural única, sino como tierra de convergencia de varios pueblos de forma fraterna y respetuosa. Que las lacrimógenas y la hegemonía del centro no sean el articulador forzoso de un Chile construido a la mala. Salud por eso, y mientras haya que seguir presenciando un lado los guardianes y del otro gente descontenta… escuchemos los fiskales poh. Salú!
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