lunes, 2 de julio de 2012

Tiranía

Empezaron a salir montones de diablos de la tirana, cada uno llevaba en la mano un chuzo, una pala, un revólver, algo con qué matar. Salían de los edificios, venían por nosotros los que íbamos en la micro. Una vieja gritó. Eran cientos, miles, saliendo de los edificios de calle Pratt. De esos edificios antiguos y bonitos donde los bancos te vuelan la raja con los intereses.

-Justo teniai que tomar esta micro wn!-Dijiste enojada.

-Qué iba a saber yo?

El chofer detuvo la micro. Los diablos llenos de colores golpeaban los vidrios, uno rompió el parabrisas. Se pitiarion al chofer con un estoque en la sien. Mucha sangre por el piso y la gente enloqueció. Se pararon; trataron de bajar, pero los diablos de la tirana se metían por las ventanas que estallaban unas tras otras. Nosotros estábamos en la parte de atrás. Me abrazaste. Saqué del bolso un vodka, lo abrimos y se lo empezamos arrojar a los diablos de la tirana.

Empezaban a devorarse a los pasajeros. Gritos y desgarros. Los diablos no decían nada. Solo se dedicaban a desmembrar con sus herramientas a la gente. Afuera pasaba lo mismo, pero todavía no nos hacían nada mientras seguíamos abrazándonos.

Afuera vi cómo caían desde los edificios pedazos frescos de carne humana. Oficinistas, banqueros, público en general. Todos hechos mierda. Vi salir a una persona de un edificio, se abrió paso entre la multitud de diablos hasta que extendió sus brazos al cielo gritando y le rasgaron la ropa la carne con las manos.

Sentí el apretón de uñas de varias manos en mis piernas, que se hundían, se hundían hasta sacarme la piel, la carne. Empecé a gritar a gritar y te veía ahí ensangrentada. Te estaban comiendo.

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