miércoles, 30 de marzo de 2011

Fuerza Débil


Santiago está en llamas, donde quiera que mire veo despojos de seres humanos pululando en el piso, se mueven como gusanos de carne, unos sobres otros.

Jadeante y sediento un niño se arrastra en frente mío. Gime pidiendo ayuda. La sangre lo cubre como si fuera su uniforme escolar.

Se me caen las lágrimas y mis manos aprietan fuerte la realidad, me sujeto a ella para no dejarme llevar por el viento que sopla fuerte.

Miro el cielo y no veo nada, el calor me abraza como queriendo darme amor. Ese amor que hace que se te caiga la piel a rasguñones fervorosos.

Los vidrios me cortan las manos cuando tanteo el piso. No siento las piernas y los árboles caen calcinados allá en el bandejón.

Sólo oigo un zumbido agudo por donde se cuelan sollozos de otras personas. Hace un rato un bajo vibraba en el silencio.

A mí alrededor nadie ve. Todos chocan, lloran y sus ojos están pegados. Quedaron encandilados con lo que era el futuro.

Comienza a llover negro, lloro amargo y el niño deja de moverse mientras su mamá grita su nombre cortándose el cuerpo entre ventanas rotas, sin poder levantarse.

Quién iba a pensar que la fuerza débil era tan peligrosa.


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