Caminaba por Pedro Montt con dos lucas en mi bolsillo, las suficientes como para satisfacer mi nuevo capricho: el de comprar periódicos. Sin pensarlo mucho me acerqué al primer kiosko que encontré oculto bajo una selva de dulces, galletas, revistas y rotativos de prensa.
Miré los titulares un rato, con cara de intelectualoide para que la gente creyera que yo era alguien medianamente inteligente, y a la vez se preguntara ¿en qué estará pensando este weón con cara de intelectual?, y luego de eso se hicieran la siguiente pregunta: ¿Por qué estoy pensando en una persona que ni conozco?, y ojalá se respondieran a sí mismas: “Mejor sigo haciendo lo que estaba haciendo”, entonces se completaría un interesante ciclo de la naturaleza humana.
Pasó menos de un minuto desde que puse cara de intelectualoide para ver los periódicos y que miré al caballero que estaba en el interior del kiosko, al cual tan solo podía verle la cara tras una especie de escotilla muy chiquitita, perdida entre un montón de productos para comer.
-Hola, buenas tardes, quería comprar El Ciudadano.
-¿El Ciudadano? el joven quiere el ciudadano.- el caballero en cuestión miró hacia el lado, donde se encontraba el que entendí de inmediato era el dueño del kiosko, un viejo de unos 50 años, un tanto gordo, vestido con polera y pantalones cortos. Me miró y me preguntó:
-¿Cuál es ese hijo? ¿Está puesto ahí afuera?
-Sí, acá está- y lo apunté
-¿De qué partido es este?
-De ninguno- le respondí sin pensarlo.
-A que bueno, mira que a esos comunistas yo no les vendo niuna weá. Yo soy bien Pinochetista pa’ mis cosas.
Anonadado ante esta declaración de principios acoté:
-Pero, ¿por qué no les vende?-, si igual le van a pagar, aunque sean comunistas.
-No-no-no, desde que se pusieron a robar esos comunistas, yo no les vendo ni una custión’.
-Pero Si todos roban, incluso Pinochet.
-Bueno, si…-puso cara de consternación, no se esperaba esa respuesta-...pero… ¿qué más quiere?
-Eso no más.
-¿Oiga joven y usted por quién va a votar?
- No yo no voto.
-¿Y por qué no? ¿Qué edad tiene?
-Diecinueve.
-A pero eso está mal poh hijo, yo voto desde que tengo 18. Usted tiene que elegir a sus autoridades.
-Pero uno no las elige, las eligen los partidos políticos.
-Bueno en realid….-paró en seco y puso la mirada perdida-…tome su vuelto.
-¡Ah verdad!…deme El Mercurio de Valpo porfa.-acoté
-¡A ya!-sonrió- ¿Osea que es momio acá mi amigo?-miró a su compañero de kiosko y ambos se echaron a reír.
-No tío no pasa ná con los momios.-resppondí.
-¿Cómo que no? Ya, que le vaya bien, estudié no má’.
Luego de esta interesante conversación me surgió la siguiente duda: ¿Quién era el viejo sentado dentro del kiosko?
¿Un amigo del dueño?, ¿su papá?, ¿un ex agente de la DINA que tenía amenazado de muerte al kioskeroso?, ¿o se trataba acaso de un miembro del MIR que se ocultaba bajo el alero de un supuesto pinochetista que tal vez solo actuaba y en realidad también era del MIR?….
Lo más probable es que tan solo fuera un viejo pinochetista que de seguro no cambió en nada su perspectiva de mundo, a pesar de que le faltaron argumentos. De todos modos mi intención tampoco era la de hacerlo cambiar de opinión.
Como moraleja de esta historia puedo decirles que el ciudadano cuesta tres gambas. Se los recomiendo, hay súper buenos reportajes.
1 comentario:
bixi ese señor dl kiosko probablemente sea un experimento genetico como el chupacabras aunk con su aficion al registro electoral perfecamente podria ser un democrata ke te confundio con un pinoxetista y trato de convertirte...
saludos margarita aaam tambien los videos estan buenos ojala pueda verte algun dia y comentar millones d cosas mas te keru.
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