A veces me doy cuenta de que el poder de
engrupir minas o grupos de personas, es sencillo para quien domina el arte. La
idea es contar cosas de manera convincente con datos difíciles de corroborar.
Todo pasa por parecer seguro y, por cierto, aprovechar el contexto de carrete,
prohibiendo que usen google. Eso me pasó ayer, en un carrete. En este caso un tipo impresionó a las damas presentes explicando el concepto chingana diciendo
que eran lugares de jolgorio popular en los tiempos de la colonia, decía
que Manuel Rodríguez era un “chinganero”, el que a él más le gustaba
porque era socialista. Luego yo metí la cuchara diciendo que Diego Portales era un percecto hijo
de puta, nada de popular y represivo, pero que también era “chinganero”. Luego me excluyeron de la conversación.
A veces soy demasiado resentido y fome.
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