Se bajó de la micro con una mochila grande, jeans apretados, una polera negra ajustada, el pelo suelto, lentes negros y zapatillas blancas. Se puso al frente de su Facultad. Se sacó la Mochila, sacó un bidón con bencina y se empezó a rociar.
La gente cachó que se iba a quemar. La miraron y más de alguien le dijo lo típico: “¡Hey no, no no no!”, una socia salió corriendo en su dirección, así como por salvarla. Ella sacó un encendedor y gritó algo que todos recordaron: “las llamas del conocimiento solo se prenden con carne, no hay verdad viva en ciernes sino la que se cuece en uno mismo”. Salió en las noticias esa noche.
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