martes, 15 de septiembre de 2009

Entretener y hacer pensar...


En la labor de comunicador social, hay una función clave que debemos desarrollar con el mayor talento posible: hacer que los contenidos que se quieren informar tengan la capacidad de llamar la atención del público, y que a la vez sean claros. A esto debemos añadir lo que todo comunicador con formación social busca lograr a través de la comunicación social, el hecho de entregar contenidos útiles para la sociedad y que tengan un grado considerable de importancia. El problema surge cuando se trata de equiparar el interés del público con la importancia de los contenidos, si bien la lógica indicaría que un tema de importancia masiva sería a la vez de interés masivo, estamos claros que no ocurre de este modo, puesto que hay un montón de hechos y fenómenos sociales, que si bien requieren de un conocimiento de las mayorías, porque les atañen directamente, no tienen una cobertura mediática debido al escaso interés que impide armar una oferta de contenidos con compromiso social que provoque el deseo de ser consumidos por el público (hablo a grandes rasgos obviamente, siempre hay montones de excepciones a “la regla”), entonces cuando nos quebramos la cabeza como comunicadores sociales, tratando de cambiar los medios tradicionales buscando armar un periodismo nuevo que reivindique los ideales de la prensa de la revolución francesa, creo que habría que cuestionarse la manera de entender la comunicación mediática, la manera de producirla y apelar a la manera en que el público se sienta más cómodo recibiendo contenidos sociales de denuncia y debate, de entretención y que sean de utilidad para su desarrollo personal, que creo que es donde deberían enfocarse los contenidos de los medios masivos. Esto a través de la experimentación e innovación en la entrega de contenidos, dedicándonos a ver de manera transversal al público que queremos informar o estimular a cambiar de conducta, por ejemplo en la manera que la comunicación social es capaz de cambiar prácticas culturales, entiendo que es nuestra responsabilidad difundir valores de una sociedad más sana, tolerante y democrática.
Para complementar lo platónico y abstracto de lo expuesto hasta ahora, os habré de comentar algunos de los ejemplos que considero mejores para el tema una comunicación social responsable que se acerca de manera nueva al público: “Mira tú” de Álvaro Díaz y Pedro Peirano, los mismos de 31 minutos, estos sujetos que admiro bastante, fueron capaces de armar un programa de televisión que hablara de Historia de una manera sumamente lúdica, dinámica y didáctica, a través del uso de herramientas visuales no habituales, como el uso del collage visual, armando una trama con personajes graciosos, y con una investigación periodística acuciosa, capaz de reconstruir la memoria de los lugares comunes de nuestras ciudades. Posteriormente cuando se crea 31 minutos, es importantísima la función que cumple “La nota verde” de Juan Carlos Bodoque, que también debe considerarse como un trabajo periodístico tratado de un modo novedoso, puesto que allí se tratan contenidos en pos de informar a un público masivo. Ahora en el tema de las prácticas culturales, es valiosísimo el hecho de que 31 minutos rescatase un montón de costumbres chilenas, para a fin de cuentas representar una realidad más criolla alejada de la influencia gringa, cosa que otros programas, no hace, siendo chilenos, como por ejemplo Villa Dulce, que estando enfocado al público más importante a la hora de mantener una cierta independencia cultural con respecto a Estados Unidos o desde hace unos diez años, de Japón, no hace nada por mantener la identidad shilena. Por esto y más es que creo que informar no solo estar escribiendo crónicas para un periódico, o ser columnista en un medio del under ground, sino que entender la comunicación como una síntesis de un montón de actividades humanas que si podemos aunar, podremos usar en pos de una mejor sociedad, beshos y abastos para todos.

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